En la vida de Stephany Hollihan de Sensi-Contugi casi siempre ha habido un Teatro Centro de Arte. Ella tenía cuatro años cuando aquella construcción plantada en el kilómetro 4,5 de la avenida Carlos Julio Arosemena -tras su inauguración un sábado 16 de enero de 1988-, comenzó a instalarse como el referente de las artes y la cultura en Guayaquil.
Alguien de su familia había liderado la idea de construir un gran escenario para la ciudad y se mantenía en la presidencia de la Fundación Sociedad Femenina de Cultura, la oenegé que administra y es la dueña de aquel complejo, cuando se lo inauguró.
“Mi abuela, Inge Brückmann de Hollihan, era la presidenta de esa organización. Yo crecí corriendo por estos pasillos”, dice Stephany Hollihan, quien actualmente, junto a su prima Heidi Laniado, quien como voluntaria ocupa el cargo de síndica, son las únicas representantes de la familia en la fundación. “Mi abuelita se retiró hace ocho años, por su edad. Tiene 96 años hoy, pero aún está pendiente, nos visita o acude a las asambleas de socias. Hasta nos envía ideas”.
Desde hace cuatro años Stephany de Sensi-Contugi es parte de la fundación. Le tocó estar entre ese grupo de mujeres voluntarias amantes de la cultura, que mantuvo en pie al gran teatro, durante la emergencia sanitaria mundial provocada por la pandemia de la COVID-19.
“En aquellos días la presidenta era Marcela del Río Hidalgo de Molestina y le tocó, junto al directorio, hacer lo necesario para mantener activo el teatro, durante y después del encierro por la emergencia sanitaria. El apoyo también llegó de todos los empleados”.
Stephany Hollihan ocupa hoy la primera vicepresidencia de una institución que preside Silvia Rivadeneira Avellán, quien desde hace 53 años está vinculada, como una voluntaria más, a la Fundación Sociedad Femenina de Cultura.
“No ha sido fácil para nosotras estos últimos años, mantener esta infraestructura que es enorme y costosa. Lograr que la parte técnica siga como siempre, luces, sonidos... Todo, pero no ha sido fácil, sin embargo, seguimos en pie”, dice Stephany, quien es diseñadora de moda y es dueña de la empresa Sensi Studio.
Un momento que desde la vivencia de su actual presidenta, Silvia Rivadeneira, que tras los tiempos difíciles que ha tocado enfrentar en los últimos años, “hay que reinventarse y continuar. Buscando nuevos espacios, nuevas audiencias y más voluntarias que nos ayuden a mantener el liderazgo de esta noble institución formada por un grupo de mujeres que en 1966 pensaron ¿qué podemos hacer para mejorar el entorno cultural de nuestra Guayaquil? y apuntaron a lo más alto: a más que un Teatro, a un Centro de Arte”.
La narrativa institucional menciona que 35 años no los cumple cualquiera. “Han sido años felices, duros, algunos tristes y otros muy alocados, pero gracias a la comunidad, empresas con alto sentido de altruismo y medios de comunicación hoy el ‘Teatro de la Ciudad’ puede seguir disfrutando de la oportunidad de abrazar y explotar el arte”.
De cara al futuro, se prevé que este será un año especial. “Estamos por finalizar nuestro calendario anual de actividades y lo vamos a presentar oficialmente a fines de mes. Estamos intentando traer más espectáculos internacionales, un par de shows estelares, como siempre ha sucedido en este gran escenario. Además de que estamos trabajando en otros proyectos -internacionales- que de concretarse, lo anunciaremos en su momento”, dice Stephany Hollihan de Sensi-Contugi
PASADO Y PRESENTE
El largo camino de la cultura
Un sábado 16 de enero, hace 35 años, el sueño de un grupo de mujeres visionarias y trabajadoras se cristalizó, con la inauguración del que sería el primer teatro y centro de arte. El Teatro de la Ciudad, como lo denominó la Alcaldía de Guayaquil o ‘León Febres-Cordero’, como se llama oficialmente, ofrece modernas instalaciones que sirven mensualmente a miles de ciudadanos.
Su concepción y diseño son parte de sus fortalezas, ubicándolo como uno de los teatros con mejor acústica, confort y seguridad de Latinoamérica. Junto a este lugar se abrió paso a la creación de las Escuelas de Arte, cuyo objetivo es brindar la oportunidad para que niños, jóvenes y adultos desarrollen sus habilidades en arte y cultura. Los espacios de aprendizaje de esta institución desde entonces están diferenciados entre: Escuela de Ballet Inge Brückmann, Escuela de Música, Escuela de Pintura y Talleres de Teatro. Además, desde hace más de 15 años imparten educación artística gratuita con su Programa Social Semillero.